Arde Lucus: Un Viaje Épico al Corazón del Imperio Romano.
"Lugo, la ciudad donde la historia se camina sobre piedra, revive su gloria romana cada año con el Arde Lucus, una celebración que demuestra que el pasado sigue latiendo en el presente."
Ing. Ignacio Mendivil E.
7/1/20252 min read


En el corazón de Galicia, al norte de España, hay una ciudad donde la historia no solo se conserva: se respira. Lugo, la antigua Lucus Augusti, fue fundada en el año 25 a. C. por el legionario romano Paulo Fabio Máximo, en honor al emperador Augusto. Con la misión de asentar el poder romano en el noroeste de Hispania y marcar territorio frente a las indómitas tribus castrexas (los antiguos pueblos celtas del norte) que habitaban estas tierras verdes, húmedas y llenas de magia. Con el tiempo, se convirtió en una ciudad próspera, centro administrativo y militar, dejando como legado una joya única: su muralla romana del siglo III, perfectamente conservada y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Más de dos kilómetros de piedra que aún hoy abrazan el casco antiguo, como un recordatorio visible de que el tiempo puede pasar sin borrar la memoria. Y fue allí donde viví uno de los festejos más impresionantes que he presenciado: el Arde Lucus.
A está ciudad llegué con curiosidad… y me deja el corazón ardiendo, pues durante tres días, Lugo se transforma completamente. La gente se viste como en la antigüedad: legionarios con armaduras brillantes, druidas con túnicas de lino, mujeres celtas adornadas con trenzas, guerreros tatuados, niños con espadas de madera y hechiceros con bastones de roble. Los comercios cambian sus letreros, las plazas se llenan de campamentos, el aire huele a pan recién hecho, a incienso, a fuego de encina.
Y uno no es sólo espectador. La ciudad te invita, te envuelve, te mete dentro de la historia. Caminé por mercados de inspiración romana, presencié bodas celtas con rituales simbólicos, vi combates de gladiadores y desfiles donde la muralla parecía cobrar vida. El asedio celta a la ciudad romana es uno de los momentos más emocionantes: fuego, humo, tambores, gritos, antorchas que recorren la muralla como si de verdad estuviera en juego el destino de la ciudad. Todo tan real que por un instante olvidé que estaba en el presente.
Pero hay algo más: el alma gallega, que se hace sentir sobre todo al caer la noche. Como es costumbre en muchas ciudades de España, las calles se llenan de jóvenes que alargan la fiesta entre verbenas, música en vivo, gaitas, DJs y puestos donde no faltan las cañas, el vino tinto servido en cuencos de barro y, cómo no, la sidra gallega corriendo sin descanso. Las hogueras chisporrotean, el ambiente vibra, y el pasado y el presente se abrazan en una fiesta que no duerme.
Ver cómo toda una ciudad; vecinos, familias enteras, jóvenes y mayores, se lanza de lleno a recordar sus raíces, no como un acto solemne sino como una fiesta viva, fue algo que me tocó profundamente. En Lugo se siente amor por la historia, por la tierra, por la identidad.
El Arde Lucus no es solo una fiesta histórica. Es un puente entre épocas, una declaración de orgullo, una celebración que se grita, se canta, se baila y se comparte. Yo estuve allí, y mientras escribo esto, aún me late el pulso al recordar los tambores, los fuegos, las risas, las voces en latín, las danzas tribales y la alegría gallega que lo envuelve todo. En Lugo, la historia no duerme en los libros: se despierta, se viste, se canta, se celebra… y te prende el alma.
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